El gobierno de Maximiliano inicia, con el apoyo tanto de la iglesia católica como de los conservadores nacionales, sin embargo, su política es mucho mas liberal de lo que ambos grupos estaban dispuestos a tolerar, uno de los agravios mas contundentes, fue la negativa del joven emperador a suprimir la libertad de cultos, decretada por el régimen Juarista, razón por la que muchos conservadores le dieron la espalda, de igual forma, se negó a devolver a la Iglesia los bienes nacionalizados, requeridos por el nuncio papal, con lo que se ganó el mal ánimo de la Iglesia, A pesar de que se ha especulado, que ambas acciones, fueron realizadas por el emperador en un afán conciliatorio con las vertientes liberales, la realidad, es que eran parte de la personalidad propia de Maximiliano, que había sido manifestada de manera clara, durante su gobierno de Lombardía durante los años de 1858 y 1859 y que de alguna manera, fueron un argumento de peso en la elección del mismo por parte de Napoleón III, quién entendía que un emperador de corte liberal, impediría que el poder conservador mexicano, llevara la batuta del gobierno del territorio; a pesar de que estas acciones, le valieron el reconocimiento de algunos grupos liberales, la lucha de esta facción por derrocar el gobierno imperial, no cedería.
Los enfrentamientos entre liberales y conservadores, se desarrollarían de manera cruenta, el General Jesús Ortega, es el encargado de frenar el avance conservador hacia el norte, no lo logra, la causa liberal se ve seriamente mermada tras diversas derrotas que hacían que el gobierno nacional tuviera distintas sedes, en más de una ocasión el Presidente Juárez es instado a renunciar para terminar con esa guerra, sus propios allegados como Manuel Doblado, Jesús Ortega y el gobernador de Nuevo León y Coahuila, Santiago Vidaurri consideraban perdida la causa liberal, este último incluso, por diferencias sensibles con Juárez, decide cambiarse al bando conservador, sin embargo, el Presidente, se mantiene firme.
La Ciudad de Chihuahua suponía ser la tumba del movimiento liberal, Juárez, con un ejército diezmado, se apertrechó en la misma, en espera del devastador golpe conservador, era el 15 de Agosto de 1865, las fuerzas liberales, quemaban la papelería importante, con el fin de que no cayera en manos francesas, el ataque comenzó, Chihuahua fue bombardeada y calló, Juárez y su gabinete alcanzan a ponerse a salvo, tomando rumbo al norte, el General Agustín Henry Brincourt, firma con los republicanos un acta de sumisión al Imperio, entre tanto Juárez con un reducido número de personas, se establecen en un villerío denominado Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) y establecen ahí la Capital Federal.
Una vez más como en innumerables ocasiones, hechos externos inclinan la balanza del devenir nacional; la guerra de secesión norteamericana concluye; Abraham Lincoln, presidente norteamericano, es visitado por Matías Romero, cónsul mexicano en aquel país y provee de municiones al ejército juarista, Lincoln es asesinado durante una representación teatral y es sucedido por Andrew Johnson, quién de manera franca y abierta, rechaza al gobierno Imperial y reconoce el régimen de Juárez; mientras tanto, Napoleón III sufre diversos reveses en Europa, principalmente por el alto costo que la intervención mexicana representaba para el erario francés, el congreso lo tenía muy presionado y derivado de ello, decide dar marcha atrás y hacer regresar a su ejército, Johnson provee a Juárez de 100,000 efectivos norteamericanos para combatir al ahora abatido Imperio Mexicano, la presa se convertía en el depredador.
Dadas las nuevas circunstancias, rápidamente, el gobierno Juarista comienza a tomar control sobre los territorios perdidos, tras la retirada del ejército francés, el mando de las fuerzas imperiales recae en las manos de los generales conservadores, Miguel Miramón, Tomás Mejía y Manuel Ramírez de Arellano quienes ahora, sin sustento, sin pertrechos y sin medios para conseguirlos, poco pudieron hacer para enfrentar el atisbo liberal; al acercarse las fuerzas juaristas a la ciudad de México, Maximiliano traslada el Imperio a la Ciudad de Querétaro, misma que fue sitiada el 6 de Marzo de 1867, por el General Mariano Escobedo mientras que el General Porfirio Díaz, sitiaba la ciudad de México, impidiendo a Márquez y a Vidaurri, reforzar las tropas imperiales en Querétaro, la que tras 71 dias de resistencia, cae ante las fuerzas liberales, Juárez entra a la Ciudad de México el 15 de Julio; la República había triunfado.
Tras un juicio en ausencia, sin derecho a apelación y basado en un interrogatorio que el emperador, llanamente se negó a contestar, Maximiliano fue condenado a muerte en el paredón el 19 de Junio de 1867, en compañía de los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía.
La mañana misma de su ejecución, tras un breve desayuno, Maximiliano conversó con sus compañeros de sentencia y cedió el lugar de honor al General Miramón, reconociéndolo como un patriota, llegado al paredón, se dirigió a los soldados que integraban el pelotón de fusilamiento y depositando una moneda de oro en las manos de cada uno, solicitó que no le dispararan en la cara, para que su madre pudiera reconocerlo, situándose entonces en el lugar que le correspondía por decisión, proclamó:
"¡Mexicanos! Muero por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. Ojalá que mi sangre ponga fin para siempre a las desgracias de mi nueva patria. ¡Viva México!"*.
*Maximiliano I de México, Cerro de las Campanas, Junio de 1867
Tras la muerte de Maximiliano, la República comenzó a vivir tiempos de paz, Juárez Instruyó a su Ministro Sebastián Lerdo de Tejada, para que convocara a elecciones, en virtud de que su periodo constitucional, había concluido un par de años atrás, sin embargo, los poderes plenipotenciarios que le habían sido otorgados, justificaban su permanencia en el poder, con el cual, la voluntad social, lo invistió una vez más, otorgándole el triunfo en las elecciones del 16 de Enero de 1868.
La Nación Mexicana comenzó a vivir lo que el presidente a menudo refería como los tiempos de la paz y la concordia, hubo un esmero significativo en diversas áreas como educación e infraestructura, sin embargo, la administración no estuvo exenta de altibajos que ponían en entredicho la estabilidad social; la población del país rondaba los 7 millones de mexicanos, de los cuales el 90% era iletrado, circunstancia en la que el Presidente basó su decisión de despedir a 60,000 militares que le permitieran hacerse de recursos “maestros por soldados” comentaba, sin embargo, esta medida creó inseguridad y descontento social, de igual forma, la destrucción de 20 templos en la Ciudad Capital, entre ellos el de Santo Domingo, el de La Merced, y el de San Andrés, esto justificado en el hecho de que en este último, se decía, se llevaban a cabo reuniones de conservadores que buscaban todavía, la manera de desestabilizar el régimen, Lerdo de Tejada previno a Juárez del descontento que derivaría de la destrucción de los templos, sin embargo el Presidente, una vez más se mantuvo firme bajo la premisa de que la nación requería de escuelas, no de templos "Telégrafos, escuelas, caminos, futuro y no pasado es lo que México necesita", comentó, justificando su decisión.
La muerte de Margarita Maza, es un hecho que permea la fortaleza del benemérito, esta acaece el 2 de Enero de 1871, en su lecho de muerte, Margarita le pide a Don Benito, que respete su decisión de permitir que sus hijas solteras contraigan nupcias por la iglesia, Juárez accede sin protestar, a las 16:00 horas, con una sonrisa en la boca, es declarada muerta, Benito grita de dolor.
Instruyó el Presidente que no se enviaran esquelas y que se manejara el fallecimiento con discreción, Lerdo de Tejada disintió, sabía que Margarita Maza era un símbolo para la población de la época, los periódicos publicaron la noticia, la sociedad vistió de luto, se cancelaron las obras teatrales y la gente se dio cita para acompañar el cuerpo en su recorrido a su última morada en el panteón de San Fernando, Juárez instruyó para que amigos y familiares crearan un cerco en torno al ataúd, para que no se convirtiera ello en un acto político; entendía bien, las implicaciones que podrían manejarse, justo de cara a los comicios de Julio.
La voluntad de Juárez de mantenerse en el poder, comenzó a no ser del agrado, incluso de su círculo cercano, Porfirio Díaz ya instigaba bajo la bandera de la no reelección, diversos movimientos desestabilizadores a lo largo de 1868 y 1869; el propio Sebastián Lerdo de Tejada le sugirió a Juárez, no postularse para las elecciones de 1871, al ver que su colega hacía caso omiso de su petición, Lerdo presenta su renuncia y esta le es aceptada.
En Julio de 1871, se celebran elecciones, los candidatos eran Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz Mori y el propio Benito Juárez García, los resultados presentados por la comisión escrutadora fueron los siguientes: Lerdo 2874 votos, Díaz 3555 y Juárez 5837, se acusó al gobierno de fraude electoral y Porfirio Díaz se trasladó a Oaxaca a la hacienda de la Noria, donde el 1 de Octubre, se levantaría con el llamado “Plan de la Noria”, bajo el posteriormente irónico grito de guerra “viva Porfirio Díaz, muera la reelección”.
El movimiento de Díaz fue controlado por el General Sóstenes Rocha, sin embargo, sería un referente claro, junto con otras acciones golpistas a lo largo de 1871 y 1872, de la inconformidad en torno al gobierno de la República.
El devenir nacional a lo largo de 1872, continuó en este talante, sin embargo la salud del Presidente venía en detrimento, dolores agudos en el pecho lo aquejaban con frecuencia, y cada vez con mayor intensidad, el 17 de Julio, cancela su regular paseo en carruaje, y esa misma noche, leyendo un libro que describía la entrada del Emperador Trajano a Roma y su posterior gobierno de 20 años, Juárez realiza una anotación al calce:
"Cuando la sociedad está amenazada por la guerra; la dictadura o la centralización del poder pueden ser un remedio para aquellos que atentan contra las instituciones, la libertad o la paz".
Ignacio de Alvarado, médico de cabecera del Benemérito, arribó a sus aposentos alrededor de las diez de la mañana del 18 de Julio, lo evaluó y llevó a cabo el tratamiento acostumbrado, verter agua hirviendo sobre el pecho, al quedarse a solas con el Presidente, este le contó diversas historias de su infancia, se refirió del lejano Padre Salanueva, como el hombre más bondadoso que hubiera conocido en su vida, finalmente le preguntó si su padecimiento era mortal, la respuesta de Alvarado fue contundente; "Sr. Presidente: ¡Como lo siento!".
A lo largo de la tarde, se dio tiempo para atender a sus ministros José Maria Lafragua, de Relaciones Exteriores y de Guerra, el General Alatorre, sus hijas, hijo y yerno, estuvieron con él durante todo el día, y diversos políticos de su administración llegaban a pedir noticias de su salud; a las 23:35 horas de aquel 18 de Julio, ante los gritos de dolor de sus hijas que suplicaban “!papá¡, ¡papá, no te vayas¡, exhaló su último suspiro, la nación rindió un mes de solemnidades en su honor, había sido Presidente por 14 años.
Mucho es lo que la historia nos dice de Benito Juárez , un hombre con claros y obscuros, un hombre con congruencias plausibles e incongruencias incluso aberrantes, por un lado tenemos a un Juárez que defiende y sustenta la soberanía Nacional, como una condición imprescindible para la consolidación de la Nación mexicana ,sin embargo por otro lado, es ese mismo Juárez, quién avala el tratado Mc Lain Ocampo, que, leído en conciencia; no puede si no considerarse, como una profunda traición a esa Patria que en la voz se defiende; vemos a un Juárez que sustenta el valor de la federación, de la división de poderes, de la constitución, sin embargo es él mismo el que disuelve el Congreso y se sustenta si no como un tirano, al menos como un absolutista; tenemos a un Juárez que pugnaba por el imperio de la ley, y a la par, gobierna por 14 años ininterrumpidos sin ceder el poder a nadie, más que a la muerte misma; que se lo arrebata sin reclamárselo.
Podríamos de hecho, abundar en muchas acciones contradictorias, no solo del Benemérito de las Américas, sino de todos los hombres que conforman nuestro ilustre panteón de héroes nacionales; sin embargo, esto solo nos llevaría a la conclusión que desde aquí podemos tomar como verdadera; el poder y los gobiernos se conforman por hombres de carne y hueso, con sus claros y sus obscuros, con sus valles y sus cimas, con sus ideas y sus pasiones; este concepto se resume en una frase que se le atribuye al propio Juárez; “No existen hombres sabios, solo hombres con momentos de inmensa sabiduría”.
Tenemos que reconocer, que la tenacidad de Benito Juárez, su firmeza, incluso su tozudez, fueron factores necesarios en un tiempo, en que la realidad nacional no podía ser mas frágil, su inclinación hacia la nación del norte, derivó del cálculo de la conveniencia, de buscar aliarse con un vecino, por tirano que fuera, o con un tirano distante, también mal intencionado; las decisiones históricas, tienen que tomarse bajo premisas, presiones y circunstancias, que no tienen ni tiempo ni paciencia, y no es acertado juzgarlas bajo la óptica de una realidad distinta; no podemos dejar de reconocer que, con las “Leyes de Reforma”, se tendieron bases fuertes, para que lo que era un territorio, desvinculado, agreste en la medida en que no existía una cohesión social, y por lo tanto, sin una identidad plenamente definida, viviera un proceso que le permitiera consolidarse como un ente articulado y naciera al mundo como una nación objetiva, la Nación Mexicana.
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