Hablar de la Revolución Mexicana, es hacer referencia al movimiento social más importante en la historia del México Moderno, sin embargo, una serie de imprecisiones, fundamentan el conocimiento que de manera oficial tenemos de ella, y la evaluación de sus resultados, ponen en entredicho la certeza de que como país, hayamos pasado por un movimiento revolucionario verdadero.
Uno de los errores comunes, es el que hace suponer que la lucha Revolucionaria, fue un movimiento homogéneo, monolítico; comenzando por el precepto esencial, de que la situación que vivía la nación a principios de 1900, era muy diversa, ejemplificando; la circunstancia social relacionada con las haciendas y las tiendas de raya, no se percibía de la misma manera en el sur, que en el norte, pues mientras, las condiciones laborales que ponderaban en las haciendas henequeneras propias de estados como Morelos, o Chiapas, eran infrahumanas, en estados como Sinaloa o Chihuahua, servían como una válvula de desahogo para la estabilidad social.
Basándonos en esto, podríamos definir a la Revolución Mexicana, como una suma de movimientos sociales, sustentados por distintas personas con distintas causas y distintas visiones, y que de modo concreto, acabaron enfrentadas entre ellas.
Personajes como Madero, Carranza, Villa, Obregón o Zapata, han pasado a formar parte del acervo nacional de Héroes Patrios y sus restos han descansado la perpetuidad, en un mausoleo conjunto, cuando es un hecho sabido que salvo alianzas temporales, vivieron el periodo revolucionario enemistados y en bandos contrarios, asesinándose y traicionándose unos a otros; su paso a la eternidad, en gran medida significa, una lucha póstuma contra sus adversarios, extendida hasta el fin de los tiempos.
Sin embargo, ¿Qué es lo que nos hace suponer que hubo una Revolución Mexicana?; respondiendo de manera simplista aunque clara, podemos decir que es el hecho de que las diversas “ideas revolucionarias”, en mayor o menor medida, fueron concentradas en la Constitución de 1917, asumiendo con ello, la suposición de que, se convirtieron en los preceptos que determinarían el nuevo destino de la Nación, aunque, como podemos verificar en nuestra cotidianidad, esto sea ABSOLUTAMENTE FALSO.
Desmenuzando los conceptos, podemos concluir, que el fin del movimiento revolucionario, buscaba alcanzar los siguientes logros:
1. TIERRA Y LIBERTAD: (Concepto integrado a través del Artículo II, apartado A, frac. VI y del Art. XXIV Constitucional) suponer que esta meta se logró, sería tanto como pensar que el campo Mexicano, produce significativamente, mas allá de los grandes latifundios que, dicho sea de paso, siguen a la fecha, en manos y/o en control, de los corporativistas internacionales; la situación del pequeño productor sigue siendo precaria, y el índice de campesinos que cotidianamente abandonan sus tierras en busca de mejores opciones, antes en las grandes urbes y desde hace mucho tiempo, cruzando la frontera del norte, es parte de la cotidianidad nacional.
2. SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN: sin asumir posturas partidistas, en el mejor afán de no descalificar sino de analizar la incorporación de este precepto a los logros revolucionarios, tenemos que reconocer ampliamente, que Porfirio Díaz, fue el último gobernante que se sentó ininterrumpidamente por más de 6 años en la silla presidencial, sin embargo, con la “institucionalización de la Revolución” –PNR, PMR, PRI-, el partido oficial sustentó el poder por 74 años consecutivos, con la salvedad de que, a diferencia de los tiempos de Don Porfirio, en muchos sentidos, cada 6 años, la continuidad se rompía en un afán de reinventar y re direccionar el rumbo de la nación. El sufragio tardó un largo periodo en ser “efectivo”, pasó antes por algunas caídas del sistema, pero aún cuando logró de manera contundente mostrar su” cuasi-efectividad”, dando paso a la alternancia política, la voluntad y el beneficio social, han seguido desligados de la agenda de gobierno; vivimos actualmente una época en la que, la sociedad supone que su labor democrática, se resume a lo sumo en participar el día de las elecciones, y el resto del tiempo, a vivir un descontento permanente, permeado por una falta de acciones concretas.
3. EDUCACIÓN: (Art. III) pudiendo ahondar en diversas teorías, pero prefiriendo no polemizar en cuanto al grado de desarrollo académico del país, en el rubro educativo, solo me concretaré a decir, que este se encuentra controlado por una mafia sindical, encabezada por la profesora Elba Esther Gordillo y que de acuerdo con los parámetros internacionales, el ciudadano mexicano promedio, no supera el segundo grado de primaria.
4. LIBERTAD DE EXPRESIÓN: (Arts. VI y VII) a lo largo de la presente centuria, la libertad de informar e informarse no ha tenido cabida en la vida nacional, actualmente, sustentamos el nada honroso título, de ser la nación con mayor número de atentados / muertes en contra de periodistas, los medios de comunicación, se han sumado a un juego acomodaticio, haciéndose comparsa del régimen en turno, para consolidar el manipuleo social y la desinformación, no obstante que existen, algunas plumas éticas y valientes, estas no encuentran espacios para hacerse escuchar, en virtud de que el monopolio de los medios informativos, se encuentra estrechamente ligado con las estructuras de poder político y económico.
5. DESARROLLO SOCIAL: (Art. XXV) reconociendo anticipadamente, a un espíritu revolucionario, encarnado en el General Lázaro Cárdenas, quién de forma concreta, realizó aportaciones importantes, justo en el sentido esencial que impera en el pensamiento revolucionario, creando instituciones tales como el Seguro Social, el Instituto Politécnico Nacional, el Banco Rural y muy evidentemente, Petróleos Mexicanos y algunas otras de similar envergadura, estas, lejos de ser punta de lanza en el beneficio del conjunto social, han vivido una degradación paulatina, que a la mayoría, las tiene en la banca rota, y a otras, de facto, infiltradas por capitales extranjeros, sin los cuales, su operación es imposible; y finalmente,
6. DESARROLLO ECONÓMICO: (Art. XXV) este rubro podría considerarse el más fácil y el más difícil de explicar, pues mientras, algunos de nuestros conciudadanos sustentan un lugar en la lista de los más acaudalados en el globo terráqueo, a los seres humanos de a pie, nos sería muy complicado explicarles a aquellos hombres, a nuestros antepasados, a nuestros abuelos, a todos los que cayeron en batalla, en pos de construir un país, que su esmero fue infructuoso, al final del día, México sigue exactamente en las mismas condiciones por las que se tomaron las armas, la nuestra sigue siendo una Nación de pobres, de muchos, muchos pobres, 51 millones de pobres, y entre los mismos, 15 millones que no alcanzan siquiera, tan triste categoría, 15 millones que viven en el extremo de la pobreza, en la miseria, peones de haciendas henequeneras urbanizadas y tiendas de raya disfrazadas de almacenes de conveniencia, pagadores de vida en abonos chiquitos.
Reflexionando sobre los datos esgrimidos, se antoja difícil sustentar que México haya vivido un proceso Revolucionario, si acaso podríamos reconocer, el valor de voces aisladas que ofrendaron la vida en pos de un deber ser, y cuyo sueño, fue aplastado cuando aún se encontraba en ciernes, la cultura popular dice que cuando alguien es muerto antes de la hora que le correspondía, su alma vaga en pena; nuestra Revolución fue asesinada antes de tiempo, seguro es que por eso, vaga todavía, penando entre nosotros, ese es el evento que con despliegue de fuegos artificiales, al estilo Walt Disney, habremos de conmemorar en estas fechas.